lunes, 1 de febrero de 2016

¿Qué pensaría Isidoro?

De niño, con mis hermanos o con los amigos del cole o del parque, jugaba a un juego que llamábamos La Pita, que no era otra cosa que lo que en muchos otros sitios conocían como el Tula o Tulallevas. Pues en esas andan don Mariano y don Pedro, correteando por los pasillos de Zarzuela tratando de pasar a quien se encuentren por los corredores de tal regio lugar, La Pita que su Majestad les transmite cada vez que les estrecha la mano y les dice “¿qué tal si te presentas a Presi?”. Don Mariano, a quién nada más ganar las elecciones del 2011 algún oráculo se aventuraba a llamar como “Marianico el Breve”, y que por lo visto no iba mal encaminado, recoge aquellos frutos sembrados durante estos cuatro años de rodillo devastador, en el que a base de Real Decreto o de Proyecto de Ley libre de enmiendas (más líbranos del mal….) ha dirigido este país sin contar con nadie más que aquellos que aplaudían sus liberales ocurrencias, con la soberbia que permiten las mayorías absolutas. Mientras tanto, don Pedro parece más gallego que don Mariano: no sabe si ir a la derecha o a la izquierda. Que las siglas del partido que ¿dirige? incluyan la palabra socialista, tampoco obliga a nada. Históricamente el PSOE, cuando se ha encontrado con una bifurcación en su camino, siempre ha elegido el camino fácil: el de la derecha. Y yo, que sigo siendo un inocente, aún a mis cuarenta y tantos años (cuarenta y pico, dicen que aparento) tengo la creencia de que don Pedro querría ir allá a dónde los Barones, Baronesas y el Ejército Fantasma, recién llegado de Ochéntame Otra Vez, vía calle de los Alcántara, no van a permitir que se dirija. Habrá a quién le sorprenda ver cómo el de la patada en la puerta o el presunto para algunos señor X, han surgido de algún consejo de administración, vía puerta giratoria para clamar por la pureza de la democracia y en contra de esos rojos con cuernos y rabos y tridentes de tres puntas que amenazan con empujarnos a todos a los avernos más profundos. Pero a mí, que tengo cierta experiencia y algo de memoria, no lo ha hecho en absoluto. Y yo me pregunto: ¿qué pensaría Isidoro de todo esto? Me lo imagino con su chaqueta de pana sonriendo socarrón cuando, después de muerta La Culona, se presentaba a las Generales, ya con su nombre de pila impreso en los carteles electorales que se pegaban en cualquier esquina, en cualquier pared, y escuchaba que los del viejo régimen, reciclados de fachada, le tachaban de rojo con cuernos y rabo y tridente de tres puntas. 

viernes, 30 de enero de 2015

Podemos: Un poco de autocrítica

Se sabía que el auge de Podemos no iba a gustar a los poderes establecidos. Era evidente que los partidos políticos o los medios de comunicación iban a poner en el punto de mira a la formación y, sobre todo a sus miembros. Contamos con la tergiversación o con la noticia sesgada. Contamos con que cualquier falta, pecado o pecadillo iba a ser aireado a los cuatro vientos y colocado bajo el cristal del Hubble para que se viera lo más aumentado posible. Que se vea bien grande que son Casta. Por eso era importante la respuesta de los dirigentes de Podemos a estos ataques. La forma en que se van a enfrentar a estas arremetidas. Y la verdad es que es mejorable. Hace falta autocrítica, por tanto. Me explico. En el caso de Errejón y ahora en el de Monedero, ha faltado algo más de modestia y menos de actitud defensiva. ¿Hay algún autónomo, ya no digo ni empresa, que pueda pasar impoluto una prueba del algodón en forma de marcaje cuerpo a cuerpo de un inspector de Hacienda? Que en la universidad todo quisqui consigue los contratos de investigación, por cercanía a profesores y demás, no creo que sea ajeno a cualquiera que tenga alguna relación con esta institución. Cierto. Que la manera en que cobró Monedero por los trabajos de asesoramiento a gobiernos extranjeros es legal pero no la más correcta desde el punto de vista moral. También. Pero creo que en lugar de decir lo evidente, es decir, que son víctimas de un terrible ataque por parte de sus adversarios políticos, práctica habitual que utilizan precisamente éstos para tratar de justificar sus faltas, cuando no delitos, deberían haber cambiado el paso. Haber explicado que sí, que efectivamente ellos no han caído en este país y en esta sociedad directamente desde Marte, sino que ellos también han convivido dentro de un sistema más que mejorable y que sí, que han hecho cosas que en una sociedad justa debe cambiar y que ellos están por cambiarlo. Salvo Anguita y mi padre, no creo que exista nadie  en este país que no tenga alguna mancha en forma de multa de tráfico o de haber pagado al fontanero sin pedirle factura alguna por arreglarte el grifo. Y mal hecho está. Y es necesario cambiarlo ¿Qué cara se les habría quedado a los Marhuenda, Inda o compañía?. Muchos hemos puesto muchas esperanzas en este nuevo proyecto. Para los que ya tenemos cierta edad, casi la última oportunidad antes de pasar al absoluto agnostismo político. Los que están por no dejarse convencer de la necesidad de una regeneración político social ancha y profunda, no van a cambiar. Pero los que sí creemos y deseamos esa transformación, y sobre todo los indignados indecisos, necesitamos estar seguros de que en quien depositamos nuestra confianza, esta vez sí, esta vez van a responder a nuestras expectativas. Hay muchos que no participamos en los círculos, que no damos el paso a una primera, segunda o tercera línea de la actividad política. Pero que sin embargo, cuando estamos con nuestros amigos o nuestra familia nos partimos la cara por defender un proyecto que sentimos como propio. Porque muchos de nosotros llevamos gritando hace tiempo por la necesidad de cambiar todo lo que ahora se plantea de una manera organizada, dentro de un partido político. Por eso necesitamos tener fuerza en nuestros argumentos. Y cuidar no sólo el fondo, sino también la forma. Me decepcionó mucho el ver hace unos días a Pablo Iglesias llamando reiteradamente a Inda Don Pantuflo. O contando chistes malos sobre Juegos de Tronos y demás. Con ello lo único que se hace es bajar el nivel del debate político. A mí me gusta más ese Pablo que antes de existir Podemos de una manera muy educada, descolocaba a los contertulios que no le dejaban hablar y se callaba hasta que estos lo hacían. Que se centraba en las verdaderas razones de la necesidad de los cambios sociales derivados de la urgencia producida por hechos como que la gente fuera desahuciada, que se suicidara por perder la vivienda, o que los últimos gobiernos se dediquen a desguazar la sanidad y la educación pública o a convertir en basura cualquier contrato laboral por cuenta ajena. Ese Pablo del programa, programa, programa, al más puro Anguita. Ese es el Pablo que ha conseguido que muchos de nosotros sigamos con anhelo lo que consideramos una gran oportunidad para convertir nuestro país, nuestra sociedad en algo mejor para nosotros y para nuestros hijos.

lunes, 26 de enero de 2015

Señor Rajoy, usted creó Podemos

Anduvo estos días, el Partido Popular celebrando su convención nacional como debe ser, con un baño de masas de su líder el Presidente Rajoy, con apoyos del pasado más recalcitrante, con vítores y alabanzas a sus más que dudosos logros obtenidos durante estos tres años de gobierno. Pero en esta ocasión hay algo diferente. Un  nuevo invitado al que, hace un año, nadie esperaba. Y no, no es el pequeño Nicolás. Ese ya estaba el año pasado y parece que desde el mismísimo Génesis. No. Se trata de Podemos. Esa formación que el año pasado surgió de la nada y removió los cimientos de la estructura política de partidos en España al lograr cinco Eurodiputados con apenas meses de existencia. Hoy ya no es sólo la sorpresa de la temporada. Hoy ya muchas encuestas sitúan a esta nueva formación, que continúa en formación, como primera fuerza política en intención de voto, dejando por detrás a un histórico como el Psoe. Que quién les ha visto y quién les ve. En fin. El caso es que el PP ha focalizado su nuevo enemigo. Podemos. “Algunos quieren cambiar el sistema. ¿Qué sistema? ¿El que les permitió estudiar toda la vida en colegios públicos? ¿El que les permite ir a la sanidad pública sin pagar durante toda su vida? ¿El que les permite entrar a la universidad?”. Dice el señor Rajoy, dejándose llevar por una especie de euforia orgiástica al sentirse llevado en volandas por los suyos. El cinismo es palpable. Casi no merece ni comentario viniendo de un Gobierno que se ha dedicado en tres años a desmantelar el sistema público de educación o de sanidad. Pero lo que hoy quiero hacerle ver al señor Rajoy es que no hay más ciego que el que no quiere ver. Podemos no es más que una consecuencia derivada de la indignación que una gran parte de la ciudadanía española empezó a manifestar, aún antes de que el PP llegara al poder, el 15 de Mayo del 2011. Lo que mucha de esta gente quiere cambiar es un sistema que permite enriquecerse a los dirigentes de los partidos políticos a base de sobres donados por empresarios con dudosas intenciones a cambio de favores económicos pagados con dinero público; lo que se quiere cambiar es un sistema que permite que los ministros que privatizan empresas estratégicas para la economía del país luego, una vez finalizada su función pública, pasen a ser miembros de plantilla o de consejo de administración de dichas corporaciones cobrando sobradamente por sus favores; se pretende cambiar un sistema por el que los jueces que deben juzgar las prevaricaciones de sus señorías son elegidos por estas mismas; se pretende cambiar un sistema que no tiene escrúpulos en tirar a la calle a bebés de meses para que las entidades bancarias puedan seguir especulando como buitres con sus viviendas; se pretende cambiar un sistema en el que el 1% de la población tenga más riqueza que el resto (esto según Oxfam y a nivel mundial, por lo que no le vamos a cargar únicamente a usted con esta culpa. Sólo con su parte). Yo sé que todo esto a usted (y muchas otras cosas) le traen sin cuidado. Pero esto es lo que se quiere cambiar señor Rajoy. Así pues, señor Rajoy, no sé de qué se sorprende ahora si, al fin y al cabo, entre usted y Zapatero, crearon Podemos.

viernes, 26 de abril de 2013

16 Días Al Sol


Papi, ¿por qué ya no vamos al cole en coche?” “Porque sólo tenemos el de mami y lo necesita ella para ir a trabajar” “¿Y el tuyo?” “Ya no tengo, cariño. Me lo dejaban en el trabajo y papi ya no trabaja allí” “Y ahora ¿dónde trabajas, en la calle o qué?” En ese momento, bajo mis pies, se abrió una sima, profunda y ancha, mi frente comenzó a llenarse de pequeñas gotitas de sudor frío mientras mi cabeza trataba, veloz, de hallar una respuesta que dar a ese pequeño diablillo de cuatro años que se asía a mi mano como si fuera (ingenuo) una rama segura a la que agarrarse. “No cariño. Papi está buscando otro trabajo mejor. Otro que me permita pasar más tiempo contigo. Ir a la pisci. O traerte al colegio”. “Oh, vaya”. Fue, en ese preciso momento, tras, tan sólo, 16 días al sol, que fui plenamente consciente de mi situación. Que después de más de nueve años dedicados a la empresa, regalándole multitud de horas extras, días de vacaciones, incentivos sin cobrar, que después de dos años de aguantar el aliento insistente de mis jefes tras mi cogote tratando de forzar mi marcha sin el menor atisbo de gratitud a unos servicios prestados que les habían permitido, durante mucho tiempo, crecer y enriquecerse por mi esfuerzo y el de mis compañeros, después de dos años amargos, de noches sin dormir, a pesar del alprazolam, no me quedó más alternativa que transigir y negociar una salida, meter mis cuarenta y dos años por cumplir, mi diplomatura universitaria, mis dos masters, mis cursos y mi más de quince años de experiencia laboral bajo el brazo y decir adiós en dirección hacia lo incierto de un futuro que, ahora, se abría en su cruel desnudez bajo el peso de mi cuerpo.
Más de 6.200.000 personas sin trabajo, y yo, ni siquiera formo parte todavía de ese número, de esa estadística. De esa que, algunos caraduras dicen que es un dato en el que se atisban los efectos positivos de sus políticas económicas y de empleo. Estadísticas que tienen caras y manos. Que tienen cuerpos de hombres, mujeres y, sobre todo, de niños. 2.000.000 de familias en cuyos hogares no entra un euro. Y cuyo techo, en tantos casos, han perdido o perderán en breve. Historias de gente que veías de lejos hace no tanto tiempo y que, ahora, te das cuenta de lo fácil que es llegar a vivirlas.
Mientras se habla de 517 desahucios al día, el Gobierno español ha inyectado más de 110.000 millones de euros de dinero público a la Banca. Mientras el BBVA gana hasta el mes de Marzo 1.734 millones de euros netos, la gente se sigue tirando por las ventanas huyendo de la desesperación, del hambre y de la vergüenza. Mientras nos recortan los derechos, la educación, la sanidad, las prestaciones, las jubilaciones, con la única intención real de terminar privatizando y, por ende, gestionando entre los amiguetes que dan sobres y los que los reciben para repartirse el pastel, los parásitos del poder engordan sus cuentas en direcciones postales exóticas. Pero lo nuestro es demagogia. Y lo suyo economía. Y patriotismo. Se les llena la boca con la palabra España. O Cataluña. O la que sea. Da igual, porque el problema no es territorial, es sistémico. Ideológico. La cuestión es que el centro de gravedad sobre el que todo gira, no es el hombre, la persona, el ciudadano. Es el dinero. Es el tanto tienes, tanto vales. Si no en qué cabeza cabría el dedicar ingentes cantidades de euros, (por cierto, prestado por otros, es decir, deuda que finalmente tendremos que volver a pagar a costa ya no sé de qué) para salvar la economía de los inversores extranjeros y no para evitar que los hijos de los que no son políticos duerman en la calle o sean arrebatados de sus familias porque éstas no tengan un techo bajo el que dormir. Esto sí me recuerda más a las acciones de los tan cacareados nazis desde algunas aceras no tan lejanas a sus íntimos pensamientos, que la expresión de la más desgarradora impotencia materializada en un escrache. Porque, eso también. Te han vendido una hipoteca, que, ahora, te dicen estaba por encima de tus posibilidades, plagada de cláusulas abusivas, te han quitado los cuatro duros que tenías ahorrados y que el badanas del director de la Caja de Ahorros te convenció de meter en una cuenta sin riesgo y de disponibilidad de capital inmediata, que luego te enteras que era una cosa llamada Preferente (de preferencia en perder todo el dinero, claro), te suben el IRPF, el IVA, y además de ello, tienes que pagar por ir al médico, por los medicamentos, tus hijos tienen que llevar al colegio la tartera debajo del abrigo, porque ni les dan de comer, ni les dejan llevar la comida, terminas perdiendo tu vivienda, te despiden de tu trabajo, gracias a una reforma laboral dirigida por una Ministra cuya experiencia laboral se limita a chupar de la teta (o así) de un partido político, te vas a vivir con tus padres, ya ancianos, a los que les bajan la pensión, cosa que tú ya no vas a cobrar puesto que con la cantidad de años que te dicen que has de cotizar ahora, la edad que tienes y las posibilidades de volver a encontrar empleo, podrás jubilarte a los noventa años, cuestión también improbable que ocurra porque con la calidad de vida que nos proponen lo más factible es que te quedes por el camino, y a pesar de todo ello, te vedan la posibilidad de protestar, de cabrearte, de gritarles al oído el hastío que te producen. Y te llaman etarra o nazi. Ellos.
Ayer se proponían asediar el Congreso. Se presentaron 1.500 policías y ¿1.500? ciudadanos. Estos cada uno representando a una organización, asociación, facción distinta. ¿En qué se parece esto al apoyo que un 15 de Mayo tuvieron una serie acciones que nos llenaron de ilusión a millones de españoles que creímos que, uniéndonos de forma coordinada podríamos cambiar las cosas? Era de prever y, para aquel que haya tenido la paciencia de leer desde hace tiempo este blog, sabrá que lo predije. Cierto que han salido cosas positivas. Que ahora se hablan de ciertos temas, que la gente tiene, tenemos, otra conciencia, que participamos más, que queremos más respuestas. Pero, ¿es suficiente? La respuesta es no. La única solución fue y todavía es la unión de todas esas organizaciones, asociaciones, facciones en un Frente Común capaz de olvidar las diferencias puntuales de gestión y poner en valor la apremiante cuestión de necesidad en que nos encontramos para, sí, desde dentro del sistema, regenerarlo, iniciar un proceso constituyente que inicie un nuevo tiempo más justo para todos. Pero, para ello, quizás fuera necesario pedir un esfuerzo más allá a aquellas personas que, con su labor altruista e ingrata, han trabajado en post del bien común durante este tiempo y, requerirles un paso adelante como masilla aglutinante de todo este mural heterogéneo.

sábado, 16 de marzo de 2013

Todavía Creo


A pesar de todo, sigo creyendo en el sistema representativo. Pienso que no es posible meter en el Parlamento a  40 Millones de personas, aunque sea de manera virtual, para debatir todas y cada una de las normas que se deben crear, derogar, desarrollar o modificar. Ni aún en el caso de las más importantes. Lo cual no quita que sí esté convencido de que es imprescindible mejorarlo, articulando la manera de que los ciudadanos puedan y deban participar en relación a la toma de decisiones de forma inmediata a través de referéndums y otros mecanismos de participación directa, pudiendo aprovechar, así mismo, las tecnologías de las que disponemos en la actualidad.
También sería imperativo articular férreos controles a los políticos para evitar el clientelismo, el enriquecimiento y, en definitiva, la estafa social; poner límites a los mandatos y a las percepciones económicas, establecer incompatibilidades entre cargos, profesiones, etc. Es decir, sabemos que el sistema necesita un reinicio cuasi completo.
Los actuales dirigentes y políticos profesionales que nos dirigen han perdido toda credibilidad. Así, por ejemplo, la señora Bañez a la que, hasta el día de hoy nadie conoce más oficio ni beneficio que el que tenía aquella colaboradora de no sé qué cargo de la Diputación de no sé donde, entrevistada en Salvados, ¿os acordáis? y a la que el ínclito Señor Presidente tuvo a bien colocarnos como Ministra de Trabajo, manda güevos, que diría el señor Trillo. Pues bien, para esta Sra., los mayores de 55 años a los que, gracias a su magnífica reforma laboral, les han echado a la calle, no son más que unos vagos que no quieren volver a trabajar y se conforman con cobrar 400 eurazos del ala. Un pastón. Por eso ha decidido quitárselos, a ver si se ponen las pilas y aceptan alguno de esos magníficos empleos que tanto abundan en este país. O mejor, que se vayan a Alemania con sus hijos.
O la Sra. Mato, colmo de los despistes, que se tropieza con Jaguares y demás faunas automovilísticas en su garaje y se cree que es que los regalan con el carrito de la compra de Mercadona (bueno, a lo mejor a algunos, esto sí les ocurre, ¿verdad, Luis?).
O la Sra. de Cospedal y sus ya famosas simulaciones diferidas finiquitadas, o difericiones similitadas finicosas, o….
O el Sr. Oscar López, ahora apoyo, ahora no, a maltratadores ex peperos, mientras la víctima de éste tiene que vivir en el exilio (una más) y, revivir en estos momentos la angustia que le produjo el cerdo sentenciado como tal.
La lista sería interminable. Sin embargo, todo ello, no ha hecho que deje de creer en la política. Más bien al contrario. Estoy convencido que es la solución. La política limpia, claro. ¿O acaso no es política la movilización ciudadana que se produjo el 15M, la actividad de las asociaciones ecologistas, o la de los que se rompen la cara para evitar los desahucios?
Sin embargo, la movilización ciudadana no es suficiente. Ni siquiera, en su vertiente asociacionista. No se puede esperar que estas élites alejadas de sueldos y pensiones ridículas, de hipotecas abusivas, de obligaciones y subordinadas perpetuas e infinitas, de aires irrespirables y aguas y alimentos envenenados arreglen problemas que, para ellos son negocios económicos. Han convertido la sociedad en que vivimos en un tanto tienes, tanto vales, obligándonos, porque así nos han educado sibilinamente, a mirar todo bajo el prisma de la optimización económica. La Sanidad no es rentable, la Educación no es rentable, la Justicia no es rentable. ¿Y por qué tiene que ser rentable? ¿Quién ha dicho que deba ser un negocio?
Por ello, creo en partidos como Equo, o en asociaciones como ATTAC, Stop Desahucios, Plataforma de Afectados por Hipotecas, y en general, todas aquellas que persiguen la Justicia, desde el punto de los derechos de los ciudadanos, considerándoles como seres humanos y no como simples datos económicos y estadísticos andantes.
Y creo porque en éstas no hay profesionales de la política sino trabajadores por cuenta ajena y autónomos, funcionarios, parados, gentes con diferentes inquietudes, alegrías y penas personales, con puntos de vista sobre aspectos vitales en casos diferentes, pero que tienen algo que les une por encima de otras cosas: la convicción de que es preciso asegurar el bien común removiendo las estructuras de un sistema que oprime hasta la asfixia a unos mientras engorda las cuentas en paraísos fiscales de otros.
A ver si nos vamos dando cuenta que hay que dejar de lado algunas de nuestras diferencias y poner en valor lo que nos une: el sufrir a una casta de parásitos a los que hay despojar de sus privilegios antes de que acaben con nosotros. Y no vale quedarse en casa el día de las elecciones o votar en blanco, lo cual es legítimo, legal y hasta democrático, porque es un error, que lo único que consigue es que, con menos votos, los mismos sigan gobernándonos, incluso con más poder, como ya ha ocurrido, por ejemplo en el caso de las últimas elecciones gallegas. En la práctica es lo mismo que votar al PSOE, al PP o lo que terminará siendo igual, al populismo de Rosa Díez (paradigma de político profesional y buscavidas) y su  UPyD. No se puede esgrimir aquello de que todos son iguales, porque no todos los somos. ¿O vosotros sí? 

lunes, 4 de marzo de 2013

Dios Ha Muerto, Señor Ministro


Al Ministro Fernández Díaz en uno de esos momentos de vivencia mística que, de vez en cuando suele padecer, cual si de la mismísima Sta. Teresa de Jesús se tratase, le ha sido revelado que el matrimonio homosexual no asegura la pervivencia de la especie humana. Es una pena que el santo, ángel o arcángel encargado de transmitir tal divina revelación al Señor Ministro, llegara para desvelar sus placenteros sueños nocturnos y no le comunicara que lo que verdaderamente es nocivo para la especie humana que habita todavía esta esquina occidental de la decadente Europa es la permanencia en el Gobierno del Partido del que forma parte y la connivencia del otro, coautor culpable del sistema corrupto que sufrimos y en el que nos hacen vivir; que lo que realmente es deplorable es seguir sustentando un régimen que fomenta la usura, la avaricia, la injusticia y la infamia por encima del bienestar de las personas, independientemente de las preferencias de alcoba que cada uno tenga; hubiera estado bien que la etérea aparición le hubiera explicado que, lo que ciertamente le debiera preocupar es que los jóvenes patrios huyan despavoridos de su santa tierra, cristiana, apostólica y romana, a buscarse las habichuelas a Alemania y más allá; que la gente se tire de los balcones en la desesperación de acabar con una vida arrebatada por banqueros, políticos y empresarios que priman el derecho al beneficio económico sobre el derecho a poder disfrutar de una existencia digna teniendo, incluso, la decencia, la dignidad y el orgullo de ni tan siquiera, llevarse con ellos a alguno de aquéllos que les empujan al abismo; que lo realmente indigno y preocupante es seguir soportando peinetas indecentes, finiquitos diferidos, hologramas simulados y demás memeces de semidioses engreídos y prepotentes a los que nuestra inactividad han dado alas para, además de saquearnos y despojarnos de nuestros derechos, reírse en nuestra cara de nuestras miserias; que lo verdaderamente pernicioso para la salud mental de las personas es reprimir una vida sexual sana bajo una temible sotana negra, porque luego los instintos corren desbocados en busca de las braguetas de los niños inocentes; que la especie humana está en peligro no porque dos personas se amen, aunque en su entrepierna tengan un mismo órgano reproductor, sino porque el señor Rajoy, su Presidente, tiene un primo que le dijo que lo del cambio climático no era cierto y por ello nos liamos a destruir el ecosistema, a ensuciar nuestro aire, a envenenar nuestras aguas y nuestros alimentos, a tentar a la suerte y esperar, con la ayuda de Dios, que no nos suceda a nosotros lo de Fukushima, en lugar de aprovechar nuestros recursos, que los tenemos, para alcanzar una sociedad comprometida y responsable con el Medio en el que tendrán que vivir, ella y sus descendientes.
Así que, Señor Ministro, acuérdese que Dios murió en el siglo XIX, lo dijo Nietzsche, y ahora nos toca a las personas sacar las cosas para adelante, por tanto, no se escandalice si la gente termina por hartarse definitivamente de las élites parasitas que nos manipulan y acaba surgiendo un o una Pepito o Pepita Grillo o Grilla, que además, de mandarles de viaje a las Islas Vírgenes, resulte que tenga en su dormitorio a alguien que no sea de su agrado. Estamos en ello, pero, tenga por seguro que cuando surja, no seré yo quien le pregunte con quien se acuesta.

jueves, 7 de febrero de 2013

Esperanza y Cierra España


Ecosocialistas, socioecologistas, sociocomunistas, anarcosocialistas, defensores de la democracia directa a través de Internet Explorer, defensores de la democracia directa a través de Google Chrome, y así, tantos etcéteras como individuos, como matices haya sobre matices. Atomización infinita, al fin, sin transigir hacia una imprescindible convergencia. Ante tal panorama de disgregación de la izquierda, uno de los miedos conspiranoicos que empieza a rondar por el ambiente, ya enrarecido de por sí, es el del advenimiento de algún iluminado con la labia suficiente como para, tirando de populismo y abanderando patrias y banderas, consiga ponerse al frente de las masas y, dando un puñetazo en la mesa, ordene a formar filas sobre un montón de cristales rotos.
En este caso aguardaríamos en nuestro imaginario, la aparición de algún señor bajito, de bigote recortado, culón y con cara de malas pulgas. Pero, ¿y si estamos errados y, en lugar de este arquetipo de salvador hispano, se tratase de Agustina de Aragón? ¿Y si fuese una señora con aspecto de ama de casa, de sonrisa pícara, de peinado cuidadosamente mimado los viernes en la pelu y fama de llevar con mano de hierro los domésticos asuntos económicos y de orden social? ¿Y si la marcha atrás no hubiese sido más que un coger impulso para, con el apoyo mediático necesario reaparecer como Caudilla impoluta de toda mancha (a los ojos de los que así lo quisieran ver) y adalid de los buenos usos y costumbres de los españoles de bien?
Y es que la referida fragmentación de esa parte de la sociedad que es defensora a ultranza de los servicios públicos sobre los cortijos privados, de los instrumentos democráticos por encima de las arbitrariedades de los magnates del proxenetismo ya sea lúdico, ya sea de cualquier otro tipo, de la equidad social sobre el salvaje liberalismo económico, es decir, de aquellos principios que siempre han conformado lo se ha venido denominando ideología de izquierdas, deja patente la incapacidad de, olvidando los matices, o por lo menos dejándolos en suspenso, llegar a un acuerdo de mínimos para conseguir representar a toda esa parte de la Sociedad huérfana actualmente de referentes creíbles y, sobre todo, confiables.
Así que, mientras, El Mundo se tira a la yugular del PP, Manos Limpias se presenta como defensor de la Democracia en cuanto pleito justiciable se plantee, la Monarquía parece dar sus últimos estertores, aparece Doña Esperanza desde su retiro espiritual, dispuesta a dejar su recién estrenado empleo como Head Hunter (Cazadora de Cabezas, si tomamos el literal, glub) y dedicar su vida en cuerpo y alma a regenerar el agónico sistema español, cual lavativa aliviadora.
Y es que o nos ponemos las pilas o la cosa se puede poner verdaderamente acojonante.